Un día, despertándose por la mañana, Mónica Canova notó adorables ratones en su casa.
Muchos tendrían miedo en esta situación y lo más probable es poner una ratonera en la casa, pero no Mónica.
Al principio estaba un poco asustada, lo cual es comprensible, y luego se acercó a ella.
Según Soma Canova, tenía los oídos y los ojos más lindos a los que no podía resistirse. Y empezamos a vivir juntos.
Rápidamente se hicieron amigos del ratón y se acostumbraron el uno al otro.
El ratón no deambula por la casa, sino que se esconde en algún lugar, y luego reaparece. Y cada vez que reaparece, Mónica lo encuentra sorprendentemente delicioso.