Ángel es un hermoso nombre para un sabueso del infierno. Tal era su destino: estaba encerrado en una perrera y recibía regularmente medicamentos. Era un alma torturada, aunque era inocente. Sus verdugos finalmente lo liberaron de sus cadenas y lo entregaron a otras personas.
A este animal brutal se le ofreció una nueva esperanza para una vida mejor. Desafortunadamente, no todo salió como estaba planeado.
Los otros propietarios lo dejaron solo en el balcón durante más de 12 horas al día. El agarre infernal de Ángel nunca pareció soltarse mientras estaba solo y bañado en su propio excremento. El entrenador de perros se puso en contacto con la familia y decidió ponerse en contacto con la organización de protección de animales Au petit bonheur de nosoublies.
Aunque Ángel estaba a salvo detrás de los muros de la organización, todavía tenía un largo camino por recorrer. Su primera experiencia en el cuidado de crianza resultó ser desastrosa: su falta de socialización y comportamiento canino lo llevó a atacar a los otros perros en el hogar.
¿Angel verá alguna vez el final del túnel?
