LANG HA, LA MEJOR ALTERNATIVA A LA BAHÍA DE HA LONG

El emblema del turismo en Vietnam es la bahía de Ha Long, un lugar precioso y cuyo valor paisajístico le hace integrar la lista de las Siete Maravillas del Mundo Natural. Pues bien, comosi fuera un apéndice de la misma y sin que su nombre sea tan conocido, se despliega el conjunto kárstico de Lan Ha Bay, un espacio que compite en belleza con su hermana mayor, pero que todavía puede disfrutarse sin aglomeraciones.

‘SOLO’ 300 ISLAS

A los vietnamitas, pueblo orgulloso como pocos, no les hace ninguna gracia que a su mar se le llame el Mar de la China Meridional. A cambio, presumen sin rubor de poseer las mejores perlas (literal y literariamente hablando) de esa gran masa de agua del Sudeste Asiático. Se trata de las miles de islas de formación kárstica que emergen sobre la superficie marina del Golfo de Tonkín. Allí, en la zona norte del país, se encuentra la célebre bahía de Ha Long, catalogada como una de las Siete Maravillas del Mundo Natural. Una visita obligada en cualquier paquete viajero por Vietnam, por lo que a veces toda su fotogenia se afea por la sobresaturación de turistas. Algo que no ocurre en su vecina Lan Ha Bay, que con “solo” 300 islas e islotes tiene mucha menos concurrencia. Y si bien es cierto que es una bahía de menor tamaño, no es menos verdad que su encanto paisajístico y su origen geológico son idénticos.

DOS DÍAS A BORDO… COMO MÍNIMO

Los viajeros con más prisas toman una lancha rápida en la ciudad de Hai Phong hasta la isla de Cat Ba, la más extensa del Golfo de Tonkín. Y una vez allí embarcan en el puerto de Cat Ba para hacer la excursión de un día, o más bien de unas horas. Una breve pero intensa actividad en la que recorren una mínima parte de Lan Ha. Comen a bordo, se dan un chapuzón lanzándose desde la popa del barco, reman un poquito en kayak y retornan a primera hora de la tarde a puerto. ¡Demasiada velocidad! El lugar merece más tiempo. Lo ideal es hacer un crucero que incluya al menos una noche en plena bahía. Hay cruceros más caros o más económicos (aunque no es recomendable escatimar demasiado), los hay con distintas actividades, algunos ofrecen románticos camarotes o pernoctaciones en cómodos bungalow en la tierra firme de alguna isla, y hasta es posible alojarse en los pueblos flotantes que se van viendo durante el día. Es decir, hay una amplia oferta y todo es contratable en la isla de Cat Ba, e incluso en las innumerables agencias turísticas de Hanoi.

DE DRAGONES Y ROCAS

Navegar por este laberinto de islas despierta la imaginación. Explicar esas vistas a partir de conceptos de geología no parece estar a la altura de la panorámica. La ciencia dice que el aspecto de estas grandes rocas calizas se debe a la milenaria erosión del mar, la lluvia, el salitre y el viento. Seguramente sea así. Pero… sentados en la cubierta de los barcos turísticos, tras la fase inicial de admiración, es inevitable caer en la ensoñación e imaginar un origen bien distinto. Así se comprende que haya varias leyendas para explicar cómo se crearon Ha Long y su hermana pequeña Lan Ha. Y aunque existen diferencias de una fábula a otra, siempre son relatos ambientados en el ancestral enfrentamiento entre China y Vietnam. Una lucha en la que los vietnamitas contaron con la ayuda de poderosos dragones, capaces de proezas tales como escupir grandes rocas de jade para hundir a los barcos enemigos y después transformarse en islas, cuyo perfil y el color verde de su desbordante vegetación son sospechosamente similares al de las joyas de jade.

FLOTANTES DE VERDAD

Lan Ha Bay es un lugar precioso. Pero no es una postal sin vida. Es un paraíso habitado. Eso sí, la belleza del paisaje parece no reflejarse en una forma de vida idílica. No debe ser sencillo vivir en los pueblos flotantes que se descubren durante el crucero. A veces, hasta se hace una breve escala en alguno. Quizás en el de Cai Beo, el mayor de todos. Llamarlos pueblos flotantes no es una metáfora, es absolutamente real. Se trata de viviendas flotando sobre bidones anclados al fondo. Mientras que a su alrededor se despliega todo un entramado de balsas de agua cercadas por tablones en la superficie y redes en profundidad. Allí están sus criaderos de ostras para extraer perlas. Así como les sirve para almacenar frescos los pescados y mariscos capturados en las aguas libres de su jardín: la bahía. La parada de cada barco turístico sirve no solo para que los viajeros descubran ese modo de vida, además es muy posible que se adquiera ahí el pescado que servirán a la hora de cenar.

AVENTURA A REMOS

Todos los cruceros de turistas por Lan Ha incluyen la posibilidad de hacer kayak. Dado que la bahía todavía no está saturada, hay guías empeñados en buscar los espacios menos concurridos. Silenciosos entornos de agua, roca y vegetación que transmiten la sensación de hallarse en un lugar único. No hace falta haber remado antes en piragua para atreverse con esta actividad. Siguiendo las indicaciones del guía y asegurándose bien el imprescindible chaleco salvavidas, cualquiera se puede lanzar a esta pequeña odisea de remar al unísono y en la misma dirección que el acompañante del kayak. Lograr esa sintonía, no meterse en las corrientes equivocadas y superar el cansancio de brazos son los mayores retos. A cambio, estará la recompensa de adentrarse por algún túnel abierto en la roca para desembocar en una plácida laguna y al fondo ver una recóndita playa. ¡Hasta allí habrá que remar para darse un baño inolvidable!

EL PUEBLO AISLADO

Otra escala habitual es Viet Hai Village, en la zona más agreste de la isla de Cat Ba. Es un pueblo de pescadores rodeado de montañas, solo accesible por mar. Aquí muchos toman una bici para recorrer un territorio donde no hay ni un metro llano. Así que es más relajado quedarse en el muelle leyendo algo de su historia. El lugar lo fundaron hace 300 años unos pescadores refugiándose de un tifón. Allí se quedaron aislados durante generaciones y vivieron como si el tiempo se hubiera detenido, hasta que a mediados del siglo XX fueron descubiertos por el ejército vietnamita.

MASTER VIETNA-CHEF

No acaban aquí las actividades que ofrecen los cruceros turísticos. Algunos proponen breves cursillos de cocina vietnamita. Nadie acaba sabiendo los trucos de sus platos. Pero al menos se experimenta ese placer de mezclar todo tipo de ingredientes, texturas y sabores que caracteriza esta gastronomía donde en un mismo bol conviven pasta, caldo, huevo, carne, pescado, picante, dulce, verduras, frutos secos, y cualquier especia que se pueda imaginar.

…Y AL CAER EL SOL

Lan Ha Bay de día es memorable, tanto desde el punto de vista contemplativo como por las distintas actividades a realizar. Pero el crucero se convierte en una experiencia absolutamente sensorial por la noche. Refrescará un poquito y será necesario hacer uso del repelente, pero después de cenar es de lo más recomendable buscarse una buena tumbona en cubierta y sencillamente dedicarse a escuchar. Y de pronto, uno se da cuenta de que no se oye nada. ¡Es el silencio! Esa ausencia de ruido junto al vaivén de la embarcación y el aroma a mar es uno de los mejores recuerdos que proporciona la bahía. Aunque la noche todavía será más mágica con la presencia de una luna llena que genere las sombras alucinantes y “alunizantes” de los islotes sobre las aguas del mar.

EL DESAFÍO DE LOS PLÁSTICOS

Queda claro que el lugar es absolutamente arrebatador. Pero también muestra uno de los males que más pronto que tarde tienen que atajar las autoridades de los destinos turísticos del Sudeste Asiático. Se trata del problema de las basuras, y más concretamente de los residuos plásticos. Los distintos itinerarios por Lan Ha permiten ver áreas donde se acumulan residuos sin que nadie lo impida. La responsabilidad es compartida. Todavía muchos turistas no son conscientes del concepto de huella ecológica. E incluso algunos que sí son conscientes, no se comportan como lo harían en su país. Pero tampoco hay que obviar la total falta de educación en este tipo de cuestiones ambientales entre la población local. Gente acostumbrada a gestionar la basura de un modo nada sostenible, y que ahora con el increíble desarrollo demográfico del país y la llegada de millones de visitantes, se convierte en un asunto cada vez más grave.

LA ÚLTIMA MONADA

Casi todos los cruceros turísticos por Lan Ha antes de concluir el viaje hacen una última parada en la Isla de los Monos. Su topónimo se debe al grupo de simios que sin ningún tipo de timidez vive junto al chiringuito que hay a pie de playa. ¡Atención porque están acostumbrados a los turistas! ¡A verles, a acercarse y a robarles! Así que si alguien decide darse un último baño en la playa, debe estar atento a sus posesiones. No obstante, ni los monos ni la playa son los motivos principales de visita a la isla. La razón es ascender por un tortuoso camino entre el bosque y las rocas hasta llegar a un mirador natural. Un punto idóneo para tener una vasta panorámica del entorno y terminar de convencerse de que la bahía de Lan Ha es casi, casi una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo.

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