LOS GRANDES VIAJES Y ESCAPADAS DEL PRÓXIMO NÚMERO DE JUNIO

FORMENTERA

La menor de las Baleares tiene merecida fama de paraíso mediterráneo por sus playas de arena blanca, su gastronomía y su tranquilidad. Y aunque suene a tópico, es cierto. En su escueto territorio se congregan paisajes lunares, aguas de un turquesa fosforescente, chiringuitos entre las dunas, higueras sostenidas por rodrigones, bosques, mercadillos y hippies adaptados al siglo XXI. Esta es una isla para saborearla sin prisas por eso la bicicleta es un buen medio de transporte que permite alcanzar torres y faros que se asoman al sol naciente o al poniente, dos espectáculos diarios que nadie se pierde. El resto de la jornada es para disfrutarlo en alguna de las siete zonas de playas que se reparten la costa. Las hay recogidas, largas y blancas, de rocas o de arena… todas con aguas claras gracias a la posidonia, las praderas de algas que garantizan la pureza de este mar.

FLANDES: ARTE Y CALLEJEO URBANO

Brujas, Gante y Amberes forman un fabuloso trío de ciudades de arte pero también de una animación que se palpa en sus bellos centros históricos. Uno de los muchos alicientes de perderse por cualquiera de las tres es visitar los museos que exhiben las grandes obras de los maestros de la Edad de Oro del arte flamenco, y descubrir las fachadas escalonadas que se asoman a los canales, las iglesias, los silenciosos beaterios y los ayuntamientos medievales. Sin olvidar las cervecerías, una parada refrescante a cualquier hora del día, especialmente en verano.

ISLANDIA: NATURALEZA EN ESTADO SALVAJE

Los paisajes de esta isla pródiga en volcanes activos, ríos que manan directamente de los glaciares y amplias extensiones desérticas invitan a gozar de la naturaleza en estado puro. La forma óptima de conocer la isla es darle la vuelta por la ca­rretera asfaltada que en su mitad sur discurre próxima a la costa. Tanto si se empieza por Reikiavik como por Sedysfjördur si se llega en barco, el viajero podrá asomarse a una decena de paisajes distintos: llanuras alfombradas de musgo, la colección de cataratas más caudalosas y fotogénicas de Europa, volcanes que pueden hacer erupción bajo enormes masas de hielo y provocar crecidas devastadoras, 800 manantiales termales, géiseres aparte… Islandia no se parece a ningún otro lugar del mundo.

BOLIVIA, DE LOS ANDES A LA SELVA

Bolivia hechiza por su diversidad de paisajes a pesar de no tener mar. El viaje que recorre el país transita del altiplano y las cumbres andinas al esplendor de los ríos amazónicos y las selvas vaporosas, y de los bosques semihúmedos de las llanuras cruceñas a las orillas del inmenso lago Titicaca y el desierto de sal de Uyuni.

La diversidad de Bolivia reside también en su gente, con comunidades indígenas, pueblos de herencia colonial y misiones, o inmensas urbes globalizadas a pocos kilómetros de cimas de más de 6000 m de altitud. Uno de los mejores puntos de partida es La Paz, una ciudad que impresiona ya desde el avión, y que no es la capital de Bolivia, derecho reservado a Sucre, otra gran urbe con una intensa vida cultural.

GALES: BUCÓLICO Y DE LEYENDA

Adentrarse en esta tierra verde y húmeda, de litoral abrupto y playas románticas, es conocer un país que ha mantenido su diferencia dentro de Gran Bretaña aun teniendo por vecina a la poderosa Inglaterra. Gales es una rareza de vitalidad sorprendente. Con un idioma de raíz celta que habla la cuarta parte de su población, el welsch, es además uno de los países del mundo con mayor densidad de castillos, más de 600.

Las etapas esenciales del viaje por territorio galés son Cardiff, la capital, el parque natural de Brecon Beacons, la península de Gower y sus pueblos pescadores, el litoral de Pembrokeshire y el parque nacional de Snowdonia.

iStock-175542163. Bali, la isla de los dioses
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