El mundialmente famoso GloFish es un pez cebra genéticamente modificado que ahora amenaza con destruir la biodiversidad de las áreas fluviales brasileñas.
Muy a menudo el reino animal es víctima de la interferencia humana que intenta modificar los hábitos y la apariencia de algunos especímenes para hacerlos más “agradables” a nuestros ojos. Se realizan modificaciones genéticas, como en el caso de los peces cebra que hoy se han convertido en un peligro para todos los ecosistemas fluviales de la antigua Mata Atlántica brasileña.
¿Cómo se originó GloFish?
La alarma surge por un artículo en Focus donde se explica cómo nacieron estos peces fluorescentes y ahora han invadido literalmente las aguas de los ríos de Brasil. Todo comenzó a finales de los 90 cuando un equipo de investigadores decidió modificar el pez cebra y hacerlos fluorescentes. Debían ser animales centinelas que activaran su luminiscencia solo cuando estuvieran en contacto con sustancias tóxicas. Los llamaron GloFish y como también eran muy atractivos desde el punto de vista comercial, comenzaron a venderse a escala global.
Escapar de una granja y amenazar los ecosistemas locales
20 años después de su creación, por así decirlo, gracias a su resistencia innata, GloFish amenaza hoy el ecosistema fluvial brasileño.
Gracias a un estudio publicado en Studies on Neotropical Fauna and Environment, ahora sabemos que las razas de ciprínidos fluorescentes se encuentran en todo el mundo. Pero cuando una especie alienígena entra en contacto forzado con otro ecosistema hay consecuencias. Parece que algún pez cebra modificado escapó de una granja en Muriaé, en el estado de Minas Gerais. En poco tiempo esta especie ha invadido todas las áreas circundantes devorando los alimentos que antes estaban destinados a la fauna local. Pero eso no es todo, parece que GloFish ni siquiera tiene depredadores y esto les permite reproducirse sin parar y sin problemas.
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Si esta invasión continúa las consecuencias para la biodiversidad de esta zona del mundo podrían estar en riesgo
Un grupo de peces cebra fluorescentes pasó de las peceras a la cuenca del Río Paraíba y amenaza una de las regiones más diversas del mundo.
Además de la deforestación, el crecimiento desmedido de la mancha urbana y la crisis climática, el Bosque Atlántico (una de las regiones más biodiversas del planeta que se extiende por el sur de Brasil, además de Bolivia y Argentina) enfrenta una nueva amenaza: la presencia de un pez invasor fluorescente que pasó de las peceras a los cuerpos de agua del sur de Brasil.
Un nuevo estudio dirigido por André Magalhães, biólogo de la Universidad Federal de São João del Rei y publicado a inicios de febrero de 2022 en Studies on Neotropical Fauna and Environment reveló la presencia cada vez mayor de peces cebra en el río Paraíba, que cruza por São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro.
Descubiertos por primera vez en la cuenca del Paraíba en 2015, el equipo rastreó la presencia de la especie en arroyos brasileños de la región cada dos meses durante un año, con el fin de analizar sus huevos y restos al interior del estómago de algunos individuos para obtener más detalles sobre su dieta.
La investigación reveló que la incipiente población se alimenta de insectos nativos, algas y zooplancton. Gracias a su alta capacidad de adaptación, los peces cebra se están reproduciendo rápidamente y según el equipo, la invasión atraviesa una primera etapa y posee el potencial para continuar creciendo, poniendo en riesgo a 3,100 especies de peces de agua dulce que habitan el Bosque Atlántico.
Una de las mayores preocupaciones de los biólogos es la probabilidad de que los genes que se encargan de dotarlos de fluorescencia se introduzcan en las especies nativas, una posibilidad cuyos efectos podrían poner en riesgo poblaciones enteras: con brillo en la oscuridad, algunas especies serían presa fácil de los depredadores.
Los peces cebra transgénicos y fluorescentes
El pez cebra (Danio rerio) es una especie popular en acuarios de agua dulce gracias a las pocas exigencias que requiere para sobrevivir. Originarios del sur de Asia, los peces cebra se adaptan fácilmente a distintas condiciones de oxígeno y alimentación, características que aunadas a su tamaño (un macho adulto alcanza un máximo de 5 centímetros de largo) los han convertido en una de las primeras opciones para quienes se inician en la acuariofilia.
Gracias a su alta capacidad reproductiva, la transparencia de sus embriones que permite observar el comportamiento de distintas sustancias en sus órganos internos y la facilidad para manipularse genéticamente, el pez cebra también ha sido ampliamente utilizado en el laboratorio durante las últimas décadas.
A finales de los 90, la especie dio un nuevo salto de popularidad cuando se empezaron a comercializar los primeros peces cebra transgénicos, producto de un desarrollo de ingeniería genética que añadió los genes responsables de la luminiscencia de algunas especies de medusas y corales que brillan en la oscuridad. Desde entonces, los peces cebra fluorescentes se comercializan en acuarios de todo el mundo tanto legal como ilegalmente.
Las aguas continentales del sureste de Brasil están siendo invadidas por peces cebra (Danio rerio) de colores fluorescentes según muestran estudios de André Magalhães biólogo de la Universidad Federal de São João del-Rei. Estos peces son originarios del sudeste asiático y son criados en Brasil como mascotas.
Los peces transgénicos fueron diseñados a finales de la década de los noventa con fines de investigación. La fluorescencia le viene por la introducción de genes de medusas que dan tonalidades azul y verde, y de coral, que le da la tonalidad roja. Una década después, los acuarios comerciales vieron el potencial para ser introducidos como mascotas, y le dieron el nombre de Glofish, convirtiéndose en la primera especie animal modificada genéticamente disponible comercialmente.
Los autores del trabajo estiman que los peces cebra modificados genéticamente han escapado de centros de cría y se están reproduciendo en los arroyos del Bosque Atlántico brasileño. Los resultados de los estudios de Magalhães han sido recogidos en la prestigiosa revista Science que ha publicado un artículo al respecto explicando que la presencia de animales transgénicos en la naturaleza no es común. En el caso de estos peces fluorescentes, lo que preocupa es que puedan prosperar y amenazar la fauna local en uno de los lugares de mayor biodiversidad en el planeta.
La mayor preocupación para el ecologista Jean Vitule de la Universidad Federal de Paraná, Curitiba, quien no ha formado parte de la investigación, es que los genes que otorgan fluorescencia de los peces invasores puedan terminar introduciéndose en los peces nativos con efectos perjudiciales, tal vez haciéndolos más visibles para los depredadores.
La venta de estos peces transgénicos está prohibida en California y varios países, incluido Brasil. No obstante, su presencia en el medio silvestre se documentó primera vez en 2014 en la región de Tampa, en Florida. Más tarde, en 2015, el biólogo André Magalhães encontró los primeros peces transgénicos en la cuenca del río Paraíba.
A diferencia de Florida, donde existen depredadores naturales para el pez cebra, en Brasil no existen, y eso facilita la proliferación. Un estudio de Magalhães de 2017 constató la presencia de estos peces en todos los arroyos en los que centraron su investigación.
Los peces cebra se reproducen durante todo el año, con un pico durante la temporada de lluvias, tal como la especie nativa en Asia. Pero los peces transgénicos parecen alcanzar la madurez sexual antes, lo que les permite reproducirse más y propagarse más rápido. Los peces invasores encuentran en los arroyos brasileños una dieta diversificada de insectos, algas y zooplancton.
Ahora, añade Magalhães, “están en las primeras etapas de invasión con potencial para continuar”. En poco tiempo, dice, los peces podrían volverse lo suficientemente abundantes como para afectar directamente a las especies locales compitiendo por el alimento o aprovechándose de ellas.
A pesar de la prohibición de venta de peces en Brasil, las granjas locales siguen criándolos y las tiendas de todo el país los venden como mascotas. Es posible que pronto colonicen otras partes de Brasil. En 2020 se observaron individuos aislados de Glofish en estanques y arroyos en el sur y noreste de Brasil.
Quenton Tuckett, cuyo laboratorio está en la Universidad de Florida, considera que la detección brasileña “debería ser una llamada de atención” para los productores de peces y los administradores de recursos naturales. Sin embargo, no está especialmente preocupado por los impactos. Sospecha que los peces transgénicos se encontrarán con depredadores a medida que se muevan hacia cuerpos de agua más grandes. Y los colores brillantes de los animales los harán vulnerables.
Por ahora, los peces que brillan intensamente “podrían considerarse pequeñas malas hierbas que crecen en el concreto”, dice Tuckett. A Magalhães le gusta la metáfora, pero señala que incluso las malas hierbas pueden crecer y causar mucho daño.