Verónica estaba trabajando en el patio de su casa privada cuando oyó un gatito chillando débilmente. La chica dejó el patio y comenzó a buscar la fuente del sonido, pero no pudo encontrar al gatito ni siquiera entender de dónde venía el sonido.
Verónica revisó todos los arbustos y decidió que el gatito estaba en un patio vecino, pero en ese momento el chillido se escuchó con renovado vigor. El sonido vino del suelo, así que la chica se sentó y comenzó a escuchar con más atención. Finalmente, se dio cuenta de que el gatito estaba pidiendo a gritos ayuda desde debajo del suelo.
Verónica comenzó a cavar un agujero con sus manos en el lugar donde el sonido se escuchaba más claramente y pronto sacó cuatro gatitos del suelo. Los bebés recién han nacido, su cordón umbilical ni siquiera ha tenido tiempo de caerse. Lo más probable es que, tan pronto como nacieron, los niños se enfrentaron a la crueldad humana. Verónica no tenía dudas de que los bebés estaban al borde de la vida y la muerte por culpa de una persona, porque no fue el gato quien enterró a sus bebés recién nacidos.
La niña llevó a los gatitos a la casa, los lavó y calentó, los alimentó cuidadosamente con una pipeta. Desafortunadamente, uno de los bebés no sobrevivió. Era el gatito que iba al arco iris, que, con su chirrido, era capaz de pedir ayuda.
