Erudita y monumental, Salamanca, la capital charra, atesora grandes dosis de historia y de riqueza arquitectónica, además de un reconocido valor académico y universitario. Prueba de ello son los apelativos que ha recibido a lo largo del tiempo: Roma la chica, Atenas castellana o Ciudad dorada, culta y sabia, por mencionar solo algunos.

Para descubrirla, el punto de partida más indicado es la Plaza Mayor, pues es costumbre local citarse allí y siempre está animada. Dominada por el Ayuntamiento, posee forma de cuadrilátero irregular, con pórticos que dan cobijo a viandantes, bares y negocios varios. Obra de Alberto de Churriguera de mitad del siglo XVIII, es uno de los monumentos cumbres del barroco español.

La belleza del conjunto merece un recorrido pausado. Además se puede aprovechar para tomar algo en el Café Novelty, el más antiguo de la ciudad (1905) y sede de tertulias centenarias de intelectuales como el escritor Gonzalo Torrente Ballester, quien lo frecuentaba tanto que tiene una estatua que le rinde homenaje en el interior.

Cerca se abre la plaza del Mercado, con un edificio modernista que a diario amanece lleno de productos de la región: jamón de Guijuelo, queso de Hinojosa del Duero o alubias de La Alberca. Para degustarlos, nada como detenerse en el mesón Cervantes (Plaza Mayor, 15), apreciado por sus guisos y sus pinchos de tortilla.

De la Plaza Mayor a la de Anaya, otro lugar imprescindible, el paseo discurre a lo largo de la Rúa Mayor, pasando ante el gigantesco conjunto de La Clerecía y la Casa de las Conchas. Estilos y épocas aparte, llama la atención el color dorado de los edificios. Este detalle característico de la ciudad se debe a la piedra de Villamayor, material con el que fue cincelada la Salamanca antigua.

La Clerecía incluye la iglesia de San Marcos y la Universidad Pontificia, donde se puede visitar la exposición permanente Scala Coeli. Inaugurada en 2012, narra la historia del edificio barroco y culmina en las torres de la iglesia, que ofrecen una vista de la ciudad desconocida hasta hace poco.

De nuevo en tierra firme, la vista se dirige inevitablemente hacia la Casa de las Conchas, ejemplo notable de la arquitectura gótica civil salmantina, aunque deja espacio a elementos renacentistas y mudéjares. No solo la fachada es hermosa, con sus conchas de vieiras y la rejería de las ventanas, sino que guarda un patio que presume de ser uno de los más bellos claustros españoles de doble galería. En la actualidad, gran parte del edificio lo ocupa una biblioteca pública.

Desde la Rúa Mayor es ineludible desviarse a la izquierda y acercarse a los dos conventos más bellos de Salamanca, San Esteban y Las Dueñas, para conocer sus coquetos claustros. Por la misma vía, ahora hacia la derecha, el desvío por la calle Libreros conduce hasta las puertas de la Universidad salmantina, frente a la que se alza una estatua de Fray Luis de León (1527-1591).

PROFESORES ILUSTRES

Fundada en 1218, la Universidad es una de las más antiguas de Europa. Entre las figuras y relieves de la fachada, ejemplo del estilo plateresco, se esconde la famosa rana posada sobre una calavera que, según la tradición, buscan los estudiantes supersticiosos para asegurarse el éxito académico.

En el interior aguardan las aulas donde impartieron sus clases Fray Luis de León y Miguel de Unamuno (1864-1936), así como una valiosa biblioteca, dueña de incunables, manuscritos y volúmenes editados desde el siglo XVI.

En la vecina plaza de Anaya, apellido del clérigo y principal mecenas de la ciudad, se erige el palacio del mismo nombre, hoy sede de la facultad de Filología. Su imponente fachada es de estilo neoclásico con columnas jónicas, frontón triangular y una escalinata en la que se reúnen los estudiantes. Dentro llama la atención el patio con doble galería, aunque uno de sus reclamos es la cafetería, que ocupa las antiguas caballerizas y goza de fama por su ambiente y sus buenas tapas a precios estudiantiles.

Pero la protagonista absoluta de la plaza es la Catedral, o mejor las dos catedrales: la Vieja (románica, siglos XII y XIII) y la Nueva (gótica y barroca, XVI al XVIII), prolongación de la antigua. La exposición Ieronimus, inaugurada en 2002 cuando Salamanca ejerció de «Capital Europea de la Cultura», propone un recorrido que incluye las capillas, el coro y el Altar Mayor de la catedral Vieja, y que sube a las terrazas de la Torre Mocha y de la Bóveda para culminar en lo más alto de ambas catedrales. La vista desde ahí abarca hasta el río Tormes, en el sur, y el puente de origen romano que lo cruza.

La visita a esta ciudad Patrimonio de la Humanidad puede concluir con el contrapunto artístico de la Casa Lis, un edificio modernista que aloja el Museo de Art Nouveau y Déco, y que es dueño desde su terraza de otra bonita vista hacia el Tormes. Al lado, el toque final romántico: un paseo por el jardín del Huerto de Calixto y Melibea, donde Fernando de Rojas situó en 1502 las intrigas de la alcahueta Celestina.

PARA SABER MÁS

Cómo llegar: El aeropuerto más cercano está en Valladolid (100 km). Madrid se halla a 220 km. Desde esta ciudad hay tren.

A tener en cuenta: La Oficina de Turismo (Tel. 923 218 342) organiza paseos gratuitos. La Salamanca Card permite acceso libre a museos y monumentos, así como descuentos en restaurantes y hoteles.