PARATY PARA TODOS

Paraty tiene aire escénico de película de piratas, pero sin piratas. A su espalda, se levantan las altas montañas cubiertas de selva, mientras que enfrente, se abre a las aguas cálidas y transparentes de la bahía. Diríase que aquí cualquier aventura es posible.

Está entre Rio de Janeiro y São Paulo, y sin embargo, Paraty es uno de los rincones más escondidos de Brasil, y no es fácil llegar. A pesar de ello, multitud de turistas nacionales ya lo conocían: en época de vacaciones abarrotan sus calles. También se contaba el secreto entre los mochileros de largo recorrido que buscaban un paréntesis de lujo slow en Brasil. Sin duda, la belleza del estilo colonial portugués, el color de sus calles, el exotismo de la selva tropical, las vistas al mar y el ambiente nocturno son reclamos difíciles de ignorar.

UN LOTE DE PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Un edén que forma parte de la lista de nuevos Patrimonio de la Humanidad del 2019 y que sabe a aguardiente de caña y aún esconde tesoros de antiguos piratas en las arenas de sus playas. En Paraty y alrededores se ha reconocido el valor cultural tanto como la superlativa riqueza de su biodiversidad. De hecho, se trata del primer bien mixto entre los 22 sitios reconocidos por la Unesco en Brasil. En Paraty, se halla una combinación perfecta de naturaleza con elementos culturales del período colonial combinados con otras influencias africanas y de los indígenas brasileños. Ya Américo Vespucio demostró tener buen ojo al exclamar «¡Oh, Dios! Si hubiera un paraíso en la tierra, no estaría lejos de aquí», cuando avistó estas costas allá en el siglo XVII.

UNA AUTOPISTA REAL

Los tiempos cambian y hoy la movilidad es libre, pero durante la época colonial sólo se podía recorrer el país siguiendo el trazado de las Estradas Reales, los únicos caminos por los que podían viajar personas y mercancías sin resultar sospechosos de contrabando ilícito. Una de aquellas estradas  fue el Caminho Velho, la primera vía abierta oficialmente por la Corona portuguesa para unir la costa de Río de Janeiro con las minas de oro de Minas Gerais. El puerto de destino era Paraty, donde el oro era embarcado hacia Río de Janeiro, y desde allí a Europa. Paraty fue el mayor puerto exportador de oro de Brasil durante el periodo colonial entre 1530 y 1815 y alcanzó todo su esplendor en el siglo XVIII, hasta que se encontraron alternativas mejores para mover tal cantidad de riquezas. Parte de aquel esplendor es evidente en las iglesias y plazas construidas entonces. Hoy se ha recuperado parte de aquel antiguo recorrido, envuelto por completo por la Selva Atlántica del Parque Nacional de la Sierra de Bocaina.

¡VIVA EL COLOR!

Cuando se comienza a caminar por el centro histórico de Paraty, lo primero que sorprende son sus calles empedradas que obligan a hacer equilibrismos mientras se camina —los pes-de-moleque, pies de chiquillo, como se conocen los irregulares adoquines, dan idea de la dificultad del paso—, luego sus casitas bajas y blancas, y los colores vivos con los que están pintados los marcos de las puertas y de las ventas. No es casualidad que Paraty esté considerada como el mejor ejemplo conservado de arquitectura colonial brasileña. Está como en el S. XVIII pero con el ambiente bohemio y cultural de la actualidad. Hay varios puntos de obligado paso, como la Iglesia de Nossa Senhora dos Remedios, la Iglesia de Nossa Senhora das Dores y la Iglesia de Santa Rita. Cuando sube la marea (o también en época de lluvias) se forman charcos enormes que juegan a reflejar los colores de las fachadas.

UN HORIZONTE NATURAL

Un espacio apasionante para senderistas, así es todo el entorno natural que junto a Paraty ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad: está el Parque Nacional de la Serra da Bocaina, un grandioso paraíso de paisajes que van desde las montañas a las playas más espectaculares y que abarca los estados de Río de Janeiro y São Paulo; está también el Parque Estatal de Isla Grande, la Reserva Biológica Praia do Sul y el Área de Protección Ambiental de Cairuçu, con su complejo arqueológico de Paraty-Mirim, donde hay dos asentamientos indígenas. Hay que añadir varias cascadas alrededor, como la cascada del Resbalón, la de Pedra Branca o la popular Tobogá. Una de las excursiones más espectaculares es la que sube al Pan de Azúcar del Mamanguá: las vistas sobre el entorno, tal como se ven en la imagen, son realmente espectaculares. Y la ciudad de Paraty es el centro de todo este universo verde que diríase casi infinito.

PLAYAS, QUÉ PLAYAS

Entre otras muchas playas en la zona está la Praia Vermelha, la mejor de la región para muchos, con sus contrastes entre la arena blanca y el verde profundo de la selva que llega a tocar casi el mar. El ambiente es de playa surfera y hay un restaurante para comer con los pies enterrados en la arena y bajo la sombra de un chamizo. Más al sur, al otro lado de la península, está la playa de Trindade, junto a la espectacular piscina natural do Caixa D’aço, un paisaje que parece el escenario ideal de una película de aventuras. Más próximas a la ciudad de Paraty, están la playa de Pontal, en el mismo centro, siempre un hervidero de agitación pero con aguas cristalinas, y a unos 30 minutos andando, queda playa Jabaquara. Por otra parte, la playa de Ponta Negra es una verdadera joya playera escondida. Y si no, otra opción realmente divertida para hacer un ‘al agua patos’ es montar en escuna, las pintorescas embarcaciones medio motor medio velero que suelen poner color a las aguas de la bahía.

AL CAER LA NOCHE, SABROSURA DE LA BUENA

Lo mejor de Paraty llega al caer la noche, entonces la vibración contenida del día llega a plena ebullición, las luces que salen de los interiores se filtran en las calles transitadas, la música suena aquí y allí, los restaurantes tientan y las terrazas alrededor de la plaza se antojan lugares perfectos para pasar toda la noche al arrimo de una ‘clássica caipirinha de cachaça e limão’. Para distinguir esta cachaça de otras, la de Paraty se conoce como pinga y tiene su propio festival en agosto. Hay que aprovechar para tomarle todo el sabor a estas tierras con una potente moqueca de camarón, el plato estrella de origen indígena con su toque picantito para hacer sudar la noche. Se puede degustar en muchas pousadas, pero el Banana da Terra, el Prosa Restaurante o incluso, el Quiosque São Francisco, si se desea salir por un momento del centro histórico, son apuestas seguras. El postre, mejor dejarlo para cualquiera de los carritos que se apuestan en las calles, son verdaderos bufés dulces rodantes.

UNA POSADA LITERARIA

Qué sí, que al trópico le sienta muy bien la literatura. Tanto que en Paraty, en el 2003 improvisaron un festival literario que ocupó los espacios públicos del centro histórico y que hoy se ha institucionalizado como la Festa Literária Internacional de Paraty (más conocida como  FLIP). En Julio, centenares de personas acuden a los encuentros literarios del festival, dándole un aire bohemio a las calles y a las posadas difícilmente superable en cualquier otra época del año. Muchos de los autores que acuden se hospedan en la Pousada Literária, un espacio hecho para y por la literatura, con habitaciones y una librería que harán la delicia de cualquier devorador de libros. Una de las almas de este festival es la archifamosa Liz Calder, la descubridora para Bloomsbury de Harry Potter. ¡Pura magia!

Y POR SI NO FUERA SUFICIENTE… ¡ILHA GRANDE!

Isla Grande siempre está ahí, como una Luna orbitando alrededor de Paraty. Por sí sola es el lugar perfecto para desaparecer con solo dos piezas de traje de baño, unas chanclas y algunos libros por leer. La isla es una verdadera constelación de playas paradisíacas que consiguieron abrirse paso en la selva, una colección abrumadora de edenes playeros que hará que después toda otra playa parezca cualquier cosa. Vila do Abraão es la particular capital de este mundo sin carreteras —solo las trilhas de tierra cruzan la selva desde tiempos inmemoriales— y sin vehículos de tracción motora. Ilha Grande forma parte del archipiélago de más de 187 islas de la bahía y se llega directamente desde el municipio de Angra dos Reis.

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