UN VIAJE POR EL MUNDO CON EL MAESTRO FERNANDO BOTERO

No hay margen de error a la hora de reconocer una obra de Fernando Botero. El maestro, como se le llama cariñosamente en Colombia, es dueño de un estilo personal que lo sitúa entre los artistas vivos más importantes del arte contemporáneo. ¿Quién no ha visto un gordo o gorda de Botero? Sin embargo, él no lo reconoce así: “No he pintado una gorda en mi vida”, ha exclamado en repetidas ocasiones. Él prefiere explicar su obra como una búsqueda de la sensualidad a través del volumen, una búsqueda compartida con todo el mundo: hay esculturas suyas repartidas por todo el mundo, muchas donadas a las ciudades donde alguna exposición le llevó antes. Con Botero, el mundo es más sensual.

MEDELLÍN: EL EPICENTRO DE LA GALAXIA BOTERO

Más allá de Pablo Escobar, Medellín es la ciudad de Fernando Botero. En el centro de la ciudad se encuentra el Museo de Antioquia, al que el maestro ha donado la mayor parte de su producción pictórica, expuesta en la sala que recibe su nombre como homenaje. Fuera del recinto y abierta a todo público, se encuentra la Plaza Botero con una colección de 23 de sus esculturas monumentales más famosas. Aquí la animación de vendedores y turistas que acuden a la ciudad de la eterna primavera es constante y convierte la contemplación de sus obras en toda una experiencia antropológica, una verdadera inmersión en la cultura colombiana.

LOS PÁJAROS DE BOTERO

Medellín es una de las ciudades más innovadoras de todo Latinoamérica. La ciudad ha sabido dejar atrás años de violencia e inseguridad y ha desarrollado un urbanismo que ha acabado por integrar en la ciudad incluso las zonas más desfavorecidas. Este desarrollo no ha dejado de lado la memoria de aquellos años pasados. Precisamente, una de las obras de Fernando Botero (El Pájaro) guarda el recuerdo de las víctimas por uno de los atentados más sangrientos vividos en la ciudad, el acontecido en 1995 en el Parque San Antonio. En aquel entonces, un ataque terrorista indiscriminado mató a una veintena de personas y dejó heridas a cententares, además de un boquete abierto en la escultura de Botero. El artista se negó a retirar la dañada y en cambio creó otra idéntica en el año 2000 que se instaló junto a la primera. Hoy en día, se conoce como El Pájaro de la Paz y en su pedestal aún se pueden leer los nombres de las víctimas.

CARTAGENA DE INDIAS: BOTERO COLONIAL

Pero no sólo Medellín. Colombia adora a Botero, por lo que hay esculturas suyas en muchos lugares del país, como en Cartagena de Indias, la ciudad colonial que viera pasear a un Gabriel García Márquez aún plumilla en la antigua redacción del Universal. Allí está en su salsa “La Gorda Gertrudis” (o su nombre oficial: Figura Reclinada 92), sensual y abierta, expuesta y alegre. Se encuentra en la histórica plaza de la Iglesia y Convento de Santo Domingo. No se sabe de dónde, pero al poco de instalarse en el año 2000 surgió la leyenda de que quién toque sus pechos tendría buena suerte en el amor. Dado el desgaste del bronce en esa parte concreta de la escultura se entiende que Gertrudis ha repartido amor a espuertas.

Y SIN SALIR DEL CONTINENTE…

Antes de saltar el charco, Botero tiene presencia en otros muchos países de América del Sur.  En Argentina disfrutan del Busto, una escultura de silueta inconfundible en el Parque Thays de Buenos Aires. Mientras que en el país vecino, en Chile, tienen en la entrada al Museo de Arte Contemporáneo de Santiago el Caballo de Botero, una figura que bien podría evocar a los gauchos de la Patagonia. Panamá, Puerto Rico y Venezuela también tienen su escultura de Botero. En concreto, en Venezuela, donde está bien presente con una quincena de obras en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Tal vez, sean las esculturas menos accesibles del maestro.

UNA MANO TENDIDA AL CIELO

CentroCentro -espacio cultural ubicado en Cibeles (Madrid)- albergó la mayor retrospectiva dedicada a Botero en Madrid hasta ahora en todo el país con un éxito de público que demuestra el éxito entre el público de la obra del artista. Pero el cierre de la exposición no deja huérfana a Madrid de su arte. En 1992, Fernando Botero trajo una muestra de sus eculturas que se exhibieron en el Paseo de Recoletos. Una vez finalizada, dejó tres obras en Madrid: donó al Ayuntamiento la “Mujer con Espejo” que se encuentra en la plaza de Colón; vendió su “Rapto de Europa” a AENA, que lo instaló en el Aeropuerto de Barajas; mientras que la Fundación Telefónica adquirió la última pieza de una edición de tres vaciados idénticos de la escultura “La Mano”, cediéndola seguidamente a la ciudad de Madrid para su exposición pública. “Voy a donar una obra a la ciudad de Madrid, aunque todavía no he decidido cuál de ellas. Esperaré unos días para conocer mejor los gustos de los madrileños y entonces lo decidiré”, declaró entonces el artista.

UN GATO MUY POPULAR

El Caballo da la bienvenida a los viajeros que llegan a Barcelona en la Terminal 2 del aeropuerto. Pero no es la escultura más popular de Botero en la ciudad. Ese título le corresponde al inocente y bonachón Gato de Botero, en el Raval. Aunque no siempre estuvo ahí. Primero lo compró el ayuntamiento en 1987 para ubicarla en el Parque de la Ciutadella. En 1992, con la llegada de los Juegos Olímpicos, se colocó a plena vista de todo el mundo: junto al Estadio Olímpico de Montjuïc. Más tarde, el gato se mudó a la pequeña plaza de Blanquerna, detrás de las Drassanes. Finalmente, en 2003 llegó la ubicación actual, todo un acierto: Rambla del Raval, donde se ha integrado completamente y se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad condal.

EN EL RESTO DE ESPAÑA

Muchas de las obras de Botero que se encuentran en España tienen un mismo origen: la  Capitalidad Europea de la Cultura de Madrid en 1992. Una de las muchas exposiciones de aquel año fue la que protagonizó Fernando Botero con sus esculturas en el Paseo de Recoletos. Una vez finalizada la muestra, algunas de las esculturas viajaron a diversos puntos del país porque la Fundación Aena las adquirió para ser expuestas en sus aeropuertos. Una de ellas, Mujer Recostada acabó en el Aeropuerto de Palma de Mallorca.

En Oviedo, la escultura de la Regenta compite en popularidad con la Maternidad. Dos conceptos y dos personajes que están en las antípodas, pero que se integran en la ciudad, convertida en un auténtico museco de esculturas al aire libre gracias al centenar de obras que se reparten en diferentes puntos. Mientras que en La Coruña, siguiendo el paseo marítimo, se llega a la Domus o Casa del Hombre, el bello edificio del arquitecto japonés Arata Isozaki. Junto a su fachda, está el Soldado Romano de Botero, una de las tres copias existentes repartidas en todo el mundo.

UNA ‘GORDA’ ENTRE FADOS

Otra ‘Maternidad “de Fernando Botero se encuentra en Lisboa, en un espacio que le va que ni pintado a la escultura, el jardín dedicado a la cantante de fados Amália Rodrigues. Allí la madre con el hijo en su regazo descansa paseando su vista entre flora tan típicamente portuguesa como tamariscos, espinos y madroños. Otra escultura destaca en el jardín, esta otra de un esculturo portugués, António Lagoa Henriques.

UNA VENUS LONDINENSE

¿Cuánto puede pesar una de las gordas de Botero? Seguro que más de uno se lo ha preguntado alguna vez… En concreto, la que se encuentra ubicada en Exchange Square, cerca de la estación de Liverpool Street pesa cinco toneladas, pero viéndola nadie lo diría. La técnica de Fernando Botero logró dotar al bronce de una cualidad que no le es propia, la suavidad. Brevemente cubierta por un manto, la Venus fue un encargo de la ciudad en 1989 y permanece ahí desde entonces, habiéndose convertido ya en una de las londinensas más populares.

BOTERO EN DOS DE LOS PAÍSES MÁS PEQUEÑOS DEL MUNDO

Que sus obras sean tamaño XXL no es problema para instalarlas en algunos de los países con menor superficie del mudo. Tiene el Principado de Liechtenstein la obra , expuesta en el Museum of Arts Liechtenstein en Vaduz. Pero es más relevante la presencia de Botero en Mónaco, lugar una de sus residencias y donde tiene estudio en la Quai Antoine Premier. En los Jardines de Montecarlo se pueden ver a  Adán y Eva, entre naranjos, palmeras, tulipanes y fuentes.

PÁJARO DE LARGO VUELO

A Singapur la caracteriza su exuberancia tanto como a la obra de Botero. Tal vez por eso “El Pájaro” luzca tan bien en la entrada de la sede del United Overseas Bank frente al río Singapur. Lleva ahí expuesta desde 1990 y se ha convertido en uno de los lugares más visitados a lo largo del río. Forma parte de otras esculturas de pájaros, como las de Medellín o Florencia. Para Botero, esta escultura es un símbolo de paz y optimismo.

HASTA EMIRATOS

No podía faltar un Botero en uno de los países que mejor sabe de exaltaciones y volúmenes desbordados: Dubai. Allí el artista está bien presente con la escultura ‘Mujer Reclinada’ que estará expuesta durante la Expo 2020 del Emirato, en el pabellón de Colombia. Otra obra, esta instalada de forma permanente, compite con uno de los símbolos de la ciudad, el Burj Khalifa. En frente del rascacielos más alto del mundo, reposa feliz uno de los caballos de Botero.

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