Receta de una foto

El mundo de la fotografía de viajes es mucho más complejo de lo que parece a simple vista. En el mercado hay un sinfín de cámaras, trucos, consejos, objetivos… Para simplificarlo todo, los mejores fotógrafos de Viajes National Geographic desvelan sus trucos para lograr realizar la foto perfecta según cada momento. Solo hay que seguir sus pasos, como si de una receta de cocina se tratara, para volverse un auténtico chef de la imagen.

Hay imágenes, que, tomadas a miles de kilómetros, logran evocar vivencias compartidas y recuerdos como si fuesen propios…quizás esta sea una de ellas, capaz de revivir aquellas vacaciones de la niñez en el mar, cuando por fin llegaba el verano azul.

na escena que bien podría haber inspirado a Joaquín Sorolla en sus cuadros de niños en la playa, de haber nacido en Asia y no en Valencia. Porque, del mismo modo que toda el agua de los océanos está comunicada, la libertad y felicidad en la infancia también es universal.

En este mar de Andamán la vida es generosa y para estos muchachos es la prolongación natural de su mundo, igual que un inmenso campo de juegos en la puerta de casa, donde siempre es agosto. Y el fotógrafo, admirado ante tanta energía, tanto color y vida, cree encontrarse ante el mismo paraíso, igual que le ocurre a Leonardo DiCaprio al descubrir la playa perfecta en la película The Beach. La fotografía también está tomada en las islas Phi Phi, muy cerca de aquel arenal, este pasado mes de marzo de 2022, veintidós años después del rodaje.

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Pero, bien es sabido que el edén, lo perfecto, no existe, y que también DiCaprio se hundió con el Titanic en otro mar más frio. Porque lo que hoy está arriba, mañana puede estar abajo. Entre ambas fechas, en la Navidad del 2004, un potente tsunami arrasó las costas de Tailandia y este mismo lugar de la foto en la población de Ton Sai.

Nada de esto preocupa a ese niño que corre alegre hacia el misterio de su futuro, en ese mar amigo que da la vida y que, en ocasiones temible, la quita. Desnudo, sin recursos ni ataduras, su presencia es en un mensaje de regeneración, como un homenaje al ser humano siempre dispuesto a levantarse, una y otra vez, para crecer y seguir adelante superando toda adversidad. La armonía con el entorno sorprende. El chico comparte el mismo color que la piel de los barcos, abrazados por guirnaldas de flores en su proa, para invocar la protección del océano y la suerte, tan necesaria en la difícil singladura que es el oficio de vivir incluso en el mismo paraíso.

Al fotógrafo también le han protegido estos collares de colores en su travesía a la isla. Para él es algo más cercano a un viaje iniciático tras tanto tiempo sin cruzar los océanos, como un renacer a la vida en busca de las sorpresas que guarda el horizonte y reencontrarse consigo mismo. Y en ese muchacho desnudo de la imagen, más allá de una evocación de su niñez, reconoce tras el visor algo más cercano, como si fuese su misma alma que recién recuperada parece escapar. Por eso, temeroso de no conseguir retenerla, dispara ansioso, y sin tiempo a bajar la cámara para hacer el encuadre definitivo le corta ligeramente el pie. No pasa nada. Solo está algo desentrenado, pero en el buen camino, recuperando sensaciones en la fotografía de viajes…volviendo a la vida, como DiCaprio en El Renacido.

INGREDIENTES:

Esta situación es perfecta para experimentar con un filtro polarizador, aunque en la imagen no se ha usado, primando un disparo rápido para no perder la foto. Esta herramienta permite eliminar los brillos y reflejos en el agua, saturar los colores, aumentar el contraste y definir más las nubes. El color del mar ganará en intensidad al neutralizar el reflejo del cielo sobre el agua. Aunque polarizar en exceso puede arruinar la foto, por lo que es necesario probar.

Zoom 24-70 en 24 mm, 1/500, F 7,1, ISO 200

ELABORACIÓN:

La clave en esta escena es la figura del niño que la humaniza rescatándola de ser una postal bella y anodina. Prescindiendo de las figuras de estos muchachos, quedaría sin duda una bonita imagen, pero más aburrida. Al “leer” la fotografía, la mirada comienza en el chico para seguir después en los barcos, y dirigida por la similitud de color, continuar hasta el otro muchacho. Entre medio, las guirnaldas con colores cercanos a los del cielo, el agua y la vegetación, son el contraste que refuerza la vitalidad de la imagen. Colores que hablan de esa cultura, de su energía y caracter, y de cómo lo esencial es lo poco que hace falta para ser feliz.

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