CALONGE: INSTRUCCIONES PARA CONVERTIRSE EN EL PRIMER PUEBLO DEL LIBRO PERMANENTE DE CATALUÑA

Esta pequeña localidad busca protagonizar una revolución cultural en la Costa Brava al facilitar a siete libreros la apertura de nuevas librerías en sus calles.

Si Josep Pla, que escribió que él en Calonge se encontraba como en casa, pudiera ver ahora que allí tienen la intención de convertirse en el primer pueblo librería permanente de Cataluña, seguramente brindaría con un buen vino del Empordà por la feliz iniciativa.

El proyecto fue presentado el pasado miércoles en Barcelona, precisamente la ciudad que está revolucionando el mundo de las librerías con un boom de nuevos establecimientos. Tal vez ocurra con ellas como con el aceite, que cae una gota y en seguida comienza a esparcirse. Curiosamente, ocurre lo mismo también con el vino en la ropa. De hecho, esa sería una estupenda metáfora de lo viral.

Algo así acerca de la necesidad de que la gota de aceite se esparza fue lo que dijo Jorge Carrión, escritor y ensayista polígrafo y multiplataforma, durante su participación en la presentación del proyecto “Calonge, pueblo de librerías”, organizada en la Facultad de Información y Medios Audiovisuales de la Universitat de Barcelona, que acoge, a su vez, a la Escuela de Librería, pieza clave, por otra parte, del milagro librero que se vive en la ciudad y en otras partes del territorio catalán. Recordó en su intervención el autor de ese sancta sanctorum sobre el tema que es el ensayo Librerías (Ed. Anagrama) que así como la presencia de las librerías en las grandes ciudades es esencial para el tejido urbano y social, también es importante que estén presentes y distribuidas en el resto del territorio. Si no, ese vacío, dijo, “se convierte en el mercado ideal para agentes peligrosos para el libro como puede ser Amazon”.

Cierto que llenar ese vacío, que montar una librería, ordenarla, convertirla en una experiencia emocional, no es fácil. Lo recordó también durante la jornada de presentación del proyecto Maria Carme Ferrer, presidenta del Gremi de Llibreters de Catalunya. No lo es por la situación económica actual, tampoco por las singularidades del negocio, que requiere de dotes casi vocacionales. Tal vez la idea de este hub de librerías en Calonge facilite la tarea a algunos soñadores y soñadoras. En el horizonte de referencia, otros pueblos librerías exitosos como Hay-on-Wye o, en España, Ureña y en Portugal, Óbidos. Así es como lo pretenden hacer.

#1: ESCOJA ENTRE VARIOS ESPACIOS SINGULARES

Aprovechando el auge librero que se ha desarrollado en plena pandemia, Calonge lanza su propia iniciativa con el objetivo de dinamizar la vida socioeconómica y cultural del pueblo. Busca el Consistorio, tal como recordó su regidor de cultura, Norbert Botella, diferenciarse a través del turismo cultural de cierta uniformización que se está viendo últimamente en la Costa Brava.

Con ese fin, Calonge ofrece de momento a siete libreros y libreras su núcleo antiguo, dotado de diversos espacios singulares que están ahora mismo en desuso. Se han localizado algunos locales disponibles de alquiler que podrían funcionar como estupendas sedes para librerías. La antigua farmacia y el horno de pan, el escaparate de lo que fue una boutique de ropa o, incluso, el edificio de la biblioteca parroquial son solo algunos de los locales que pueden cobrar vida a partir del reciclaje cultural. Parece ser, según confesó el propio Norbert Botella a Viajes National Geographic, que el aluvión de proyectos recibidos hasta el momento obligará al pueblo a buscar más locales disponibles: “cada vez que abro el correo en el ordenador me aparecen más solicitudes. Hay una necesidad extraordinaria de cambio, de ilusión y de inyectar cultura”, dijo entusiasmado.

#2: ABRA SU PROPIA LIBRERÍA

Calonge se sitúa en las antípodas de la atmósfera que se encuentra Florence Green cuando llega a Hardborough, en esa bella fábula sobre el poder de los libros que es la novela La librería (The Bookshop) de Penelope Fitzgerald y que Isabel Coixet llevó al cine con fotogramas conmovedores.

Una vez seleccionado el local, falta todo lo demás. De ahí que la bibliotecaria Carme Fenoll i Clarabuch hiciera hincapié durante su presentación de la importancia de una línea de subvenciones para el futuro éxito del proyecto. En ese sentido, según el plan presentado por el Consistorio, las libreras y libreros potenciales que se planteen montar negocio en Calonge pueden contar con la siguiente lista de tentadoras ayudas:

Subvención  de la mitad del importe con un tope de 60.000 euros para la rehabilitación de los inmuebles vinculados a las nuevas actividades económicas.

Ayudas de hasta 10.000 € para la adquisición de mobiliario, decoración y todo lo que haga falta para la librería.

Ayudas de hasta 6.000 euros para contratar personal.

Bonificación de hasta un 90% en las tasas municipales.

Hay que añadir otras distintas ayudas para facilitar en lo posible la residencia en el pueblo, soporte en la digitalización y venta online, ayuda en el desarrollo del plan empresarial y un compromiso claro en la creación de una apretada agenda de eventos culturales.

#3: TENGA PRESENTE LA TRADICIÓN CULTURAL

Se puede leer un verso de Virgilio en la plaza de la Concòrdia de Calonge que está grabado en la piedra que remata el murete del bancal de un olivo centenario: «Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus» (Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo). Es esa clase de detalles que indican que en el pueblo lo de la cultura se lo toman en serio. Ya en 1919 una crónica de la revista Mar i Muntanya la destacaba entre las villas del Empordà más culturales. Señalaba el propio cronista que allí ya entonces los jóvenes después del trabajo diario se dedicaban largo rato a la lectura.

Tal vez ese fuera el espíritu que hiciera al millonario periodista Robert Ruark establecerse en el pueblo en 1953 tras aburrirse de la agitación diaria de Manhattan. Escogió para ello el paraje de Es Monestri, donde se hizo construir un bello chalet. Algunos recuerdan aún cómo salía a pasear con su Rolls Royce por las carreteras de la Costa Brava. Hasta su casa llegaron algunas figuras que se recuerdan mucho más hoy que a él, como Ava Gardner, David Niven, Robert Mitchum, John Wayne, Peter Sellers o incluso su buen amigo Truman Capote, que se debía escapar de Palamós durante la escritura de la torrencial A sangre fría (1966).

#4: ASEGÚRESE DE QUE NO FALTEN LECTORES…

Decía el escritor francés Jean Echenoz (lo narra en un texto delicioso que ahora ha publicado Nórdica Libros con el título Jéôme Lindon. El autor y su editor) que con el primer libro que le publicaron aún no había descubierto que un libro también está para venderse. Esto, lógicamente, es extensible a las librerías: además del romanticismo del que hacen gala, tienen que vender libros. Eso es algo que parece ser posible con los números que han hecho en el consistorio: un millón de lectores potenciales a 30 minutos en coche de Calonge y hasta 200.000 lectores extranjeros que leen en sus propias lenguas originales.

#5: NI RINCONES DONDE LEER

Calonge es como ese concepto gastronómico tan típico catalán del mar y montaña, que en cazuela de barro concentra los mejores ingredientes de ambos entornos. Tiene dos núcleos: uno en el casco antiguo, con sus callejuelas y plazas, su iglesia parroquial, el castillo, y la biblioteca del s. XVII; y, otro en Sant Antoni de Calonge, que es la parte marítima, con sus arenales familiares y sus calas salvajes, como Cala de la Roca del Paller, a las que se llega por el camino de ronda que avanza entre pinos y acantilados. Se prefiera el interior o la playa, no faltarán rincones agradables donde sentarse a leer cualquiera de los libros comprados en alguna de las librerías del pueblo.

#6: NI CON QUÉ BRINDAR Y CELEBRAR

Se solía ver a Josep Pla con su boina negra, cigarrillo liado y copa de vino en el mítico Motel Empordà de Figueres. Pla, que era buen conocedor del tema, tomaba vinos de la tierra en la mesa 26, acompañado por otros ilustres del lugar. Y es que, como dejó escrito, “hacer buen vino hace buena gente”. También el buen vino suele hacer buena lectura. Y si los libros los pondrán las libreras y libreros de Calonge, del vino se encargarán las viñas de la DO Empordà, regulada desde 1975.  Vinos tintos y blancos de suelos calcáreos que en boca son plenos. Una visita a Calonge puede ser la oportunidad de profundizar en ellos. No hace falta alejarse demasiado del pueblo para encontrar una buena colección de bodegas. Tal vez la más conocida sea Bodegas Clos d’Agon con su blanco del 2016 de largo e inspirador final especiado. Pero también los proyectos familiares, Celler Viníric, Mas Molla, Celler Mas Eugeni o Celler Can Pereclara. No faltará tampoco la buena cocina estando en Girona y habiendo dejado la Guía Michelin de este año varias estrellas repartidas por el territorio.

#7: Y BUSQUE SIEMPRE INSPIRACIÓN EN OTROS CASOS DE ÉXITO

La primera ‘booktown’ fue Hay-on-Wye, creada en 1961, hace justo ahora 60 años. Aquel pueblo cercano a Cardiff, de unos 2.000 habitantes, que estaba destinado al olvido en el mapa es hoy una referencia mundial gracias al emprendedor Richard Booth. Fue el inicio  de esta red de una cincuentena de pueblos o pequeñas ciudades que Calonge ha tomado como inspiración. De hecho, algunas de ellas quisieron estar presentes vía online en la sala de la Escuela de Librería durante la presentación del proyecto del pueblo librero catalán. Estos pueblos con muchas librerías de segunda mano o de antigüedades que han acabado siendo la International Organisation of Book Towns se rigen voluntariamente por unos estatutos que señalan, entre otros aspectos a parte de la permanencia en el tiempo, el que todos se localicen en lugares de interés histórico y belleza paisajística, que haya una reutilización de viviendas o locales para convertirlos en librerías o que se programen diferentes actividades culturales en el calendario.

Un modelo de éxito que, como recordó Jorge Carrión en su intervención, hasta los chinos han venido a copiar ahora que parece que han comenzado a elaborar libros con mejor calidad de papel.

 

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