Muchas personas no creían en la belleza natural de una niña pequeña hasta que vieron a su madre.

En la era del photoshop global, pocas personas creen en la belleza natural. En Tailandia, una foto de una niña apareció en la que los usuarios dudaban de la belleza de la niña, decidiendo que era una falsificación.

Sin embargo, después de que la niña fue fotografiada con su madre, todos creyeron en la autenticidad de estas fotos.

Inicialmente, las fotos de una niña encantadora aparecieron en la red, donde apareció con varios trajes.

Una chica con la cara de una muñeca al instante se hizo popular no solo en su Tailandia natal, sino en todo el mundo.

Los internautas comenzaron a dudar de la belleza natural del niño. Todos se preguntaban cómo eran los padres del bebé. Al parecer, la madre del bebé vio los comentarios y publicó su foto

.Los usuarios de la red social se sorprendieron por la imagen y se dieron cuenta de que la niña tiene una belleza sobrenatural.

Susie Orbach (Londres, 1946) es una reputada psicoterapeuta y psiquiatra británica pero, sobre todo, es un icono feminista.

Lo es desde hace ya casi 40 años, cuando en 1978 publicó su primer libro, un ensayo titulado «La gordura es un asunto feminista«.

En él denunciaba la esclavitud del estereotipo de belleza actual, la obsesión por la delgadez que nos arrolla, la fobia contra la obesidad que nos invade y la enorme carga de violencia contra las mujeres que todo eso conlleva.

Desde entonces, Orbach no ha dejado de denunciar los ataques contra el cuerpo, en especial contra el cuerpo de las mujeres, escribiendo más de una decena de libros sobre ese preocupante asunto, publicando numerosos artículos y dando charlas por todo el mundo.

La última, en el Hay Festival que se celebró en Segovia este fin de semana.

Sigue aquí toda la información relacionada con el Hay Festival

Durante siglos, y hasta hace solo unas décadas, la obesidad se consideraba un signo de salud e incluso de opulencia. Ahora, sin embargo, nuestra sociedad está obsesionada con la delgadez, vivimos en un mundo obesofóbico. ¿Cómo ha sido posible ese cambio tan radical?

Efectivamente, hasta no hace mucho la gordura significaba riqueza. Pero ahora vivimos en un tiempo de abundancia para muchos, especialmente en Occidente (al menos hasta ahora que ha hecho irrupción la nueva pobreza) en el que los alimentos se explotan con fines comerciales, con gigantescas ganancias económicas.

Por un lado, hay sobreproducción, y a eso se le añade también que cada vez se

La última, en el Hay Festival que se celebró en Segovia este fin de semana.

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Durante siglos, y hasta hace solo unas décadas, la obesidad se consideraba un signo de salud e incluso de opulencia. Ahora, sin embargo, nuestra sociedad está obsesionada con la delgadez, vivimos en un mundo obesofóbico. ¿Cómo ha sido posible ese cambio tan radical?

Efectivamente, hasta no hace mucho la gordura significaba riqueza. Pero ahora vivimos en un tiempo de abundancia para muchos, especialmente en Occidente (al menos hasta ahora que ha hecho irrupción la nueva pobreza) en el que los alimentos se explotan con fines comerciales, con gigantescas ganancias económicas.

Por un lado, hay sobreproducción, y a eso se le añade también que cada vez se producen más alimentos sintéticos que no pueden ser metabolizados correctamente por nuestros organismos.

Pero a la vez ha cuajado la idea de que, en nombre de una supuesta superioridad moral, hay que rechazar algunas cosas que se nos ofrecen.

Y a eso se suma asimismo una cultura visual que promueve los cuerpos largos y delgados, algo que es natural en algunas personas pero que es tan generalizado que se ha convertido en una definición de cuerpo. Y los cuerpos se han convertido en signos de pertenencia, de aspiración.

Pero de dónde viene este compleja relación que Occidente (y ahora cada vez más también oriente) tiene con el cuerpo?

Hay numerosos orígenes, pero lo que he observado es que hemos machacado tanto a las mujeres, y cada vez más a los hombres, con esta visión única del cuerpo que hemos creado una inseguridad y una ansiedad respecto al cuerpo que en los adultos presenta niveles de epidemia.

Antes, no era hasta cierta edad que desarrollábamos interés en proyectar belleza. Pero ahora las niñas y los niños crecen en familias obsesionadas con sus cuerpos, con madres a las que se les hace creer que deben volver a poder ponerse los pantalones vaqueros rápidamente tras dar a luz, donde se considera que salud es sinónimo de delgadez.

Inconscientemente, todo eso es parte de la cultura doméstica de hoy en día. Y en Oriente hemos exportado ese odio al cuerpo como una forma de entrar en la modernidad: conquista el cuerpo occidental y podrás aspirar a ser parte de ello.

El cuerpo de las mujeres que dan a luz, el cuerpo de las madres, efectivamente es hoy en día flanco de especiales ataques. Incluso hay mujeres que no quieren tener hijos para no «arruinar» sus cuerpos. ¿El cuerpo de las madres, glorificado durante siglos, está ahora en vías de extinción? ¿Por qué esa violencia contra el cuerpo de las madres?

Por un lado, a medida que las mujeres han ido pidiendo más a la vida y conquistando más espacio en el mundo, nos han inculcado la idea de que debíamos disminuir corporalmente.

El poder de las mujeres se percibe como una amenaza a todos e inconscientemente eso es algo con todos llevamos dentro. No es fácil pasar de una única representación de la mujer -virgen o prostituta- a otra mucho más compleja y profunda.

Todos tenemos interiorizado el poder de las madres. Ser mujer y decidir qué tipo

Todos tenemos interiorizado el poder de las madres. Ser mujer y decidir qué tipo de mujer se quiere ser -no sólo la figura materna- es complicado en un momento en el que los cuerpos de las mujeres son explotados implacablemente por intereses comerciales. Piense no sólo en la industria de la moda o de la alimentación, sino también en la industria cosmética, quirúrgica…

Varios estudios muestran que laspersonas obesason objeto de discriminación. Son percibidas muchas veces como incapaces de controlarse, de contenerse. ¿Es un prejuicio peligroso?

Es un prejuicio ridículo y odioso. La gente gorda puede tener problemas alimentarios o puede no tenerlos. Pero si los tienen, son odiados y discriminados por sus problemas alimentarios, mientras que hay muchas mujeres de «talla normal» que tienen problemas similares y que sin embargo no se expresan en adiposidad y gordura.

Casi a diario escuchamos que la gente gorda le cuesta mucho dinero a los sistemas públicos de salud, que la obesidad es insana y que quien la tiene padece enfermedades cuyo tratamiento es gravoso para las arcas públicas. ¿Es eso cierto o es un modo de «criminalizar« a la gente obesa?

Es otro modo de criminalizarles, sin duda. Deberíamos de gastar el dinero de la salud pública en ayudar a las nuevas madres con problemas de alimentación, para que se sientan más relajadas con sus cuerpos y se conviertan en agentes antivirales de esta epidemia con sus hijos.

Deberíamos animar a la gente a recordar que hay un mecanismo llamado hambre que se debe satisfacer.

Se ataca mucho las personas obesas, pero se oyen muy pocas críticas contra la industria alimentaria y sus alimentos procesados, responsables en gran medida de la obesidad. ¿El dinero y los intereses económicos tienen algo que ver en ello?

Vivimos rodeados de imágenes de cuerpos delgados. En las tiendas de juguetes, por ejemplo, se venden muñecas que si fueran de carne y hueso serían anoréxicas. En los desfiles de moda vemos modelos extremadamente delgadas. ¿Qué impacto tienen estas imágenes en mujeres y niñas? ¿Contribuyen a la anorexia y a la bulimia, dos enfermedades modernas que afectan especialmente a las mujeres?

Esas imágenes tienen un impacto gigantesco, y no son divertidas ni mágicas sino letales.

Tenga en cuenta que hay apps de cirugía estética para niñas de seis años que les permiten arreglar lo que consideran que está mal en sus cuerpos y que las preparan para los cuerpos que quieran crear. No son juegos imaginativos, sino una manera de constreñir la imaginación.

¿Y qué responsabilidad tienen la industria farmacéutica en la obesofobia?

Una responsabilidad gigantesca, extremadamente grande. Considere por ejemplo el caso de phen-fem (un medicamento antiobesidad, ya retirado del mercado, que combinaba fenfluramina y fentermina) o de Alli (una píldora para luchar contra el sobrepeso), cuyo marketing se dirige a mujeres que no son obesas pero que creen que lo son.

En el caso de phen-fem, se trataba de un medicamento muy peligroso y aun así sus fabricantes hicieron de todo para mantenerlo en el mercado.

¿Y la industria de la moda?

Lo mismo, tiene una responsabilidad absolutamente enorme. En las escuelas de moda ya rara vez se enseña a hacer patrones para diferentes tallas. Utilizan siempre un patrón que es para una sola talla. Es algo absurdo, porque los cuerpos de las mujeres son de diferentes tallas, formas, colores y edades.

Por todos lados hay gente que hace dieta, los libros para perder peso son omnipresentes y muchas cadenas de alimentación tienen programas para adelgazar. Muchas niñas comienzas a hacer dieta con 9, 10 años, si no antes. ¿Los padres están fracasando a la hora de enseñar a sus hijos a aceptarse tal como son?

El problema es que las familias actuales están preocupadas por el peso, así que adelgazar forma parte de la cultura familiar.

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